Lo que denominamos Tubo, probablemente debido a la estrechez de sus calles, es una de las zonas más tradicionales de Zaragoza. Aunque no se pueden fijar unos límites exactos, comprendería el Coso a la altura de plaza de España y las calles Mártires, Cuatro de agosto, Pino, Cinegio, Libertad, Blasón Aragonés y Estebanes. A pesar de estar situado en el centro de la ciudad, en un lugar privilegiado, diversas circunstancias lo condujeron al abandono y la ruina de la que, está recuperándose en los últimos años.
La Guerra de la Independencia y concretamente los dos Sitios que sufrió Zaragoza en 1808 y 1809, dejaron una profunda huella en la ciudad, concretamente en la zona de la actual plaza de España habían quedado prácticamente destruidos el convento de San Francisco, el Hospital de Nuestra Señora de Gracia, la Puerta Cinegia y los edificios del Coso que la flanqueaban. Más de treinta años tardó Zaragoza en recuperar la población que tuvo antes de los Sitios y aún más en recobrar el aspecto de una ciudad en desarrollo combinando en esa zona antiguos edificios con nuevas construcciones.
A mediados del siglo XIX el desarrollo de Zaragoza pone a la ciudad en camino de situarse a la altura de otras ciudades españolas y es en este contexto en el que se plantea el cumplimiento de la Real Ordel de 25 de julio de 1846 sobre planos geométricos de las ciudades. Por tal motivo, se encarga en 1861 el diseño de dicho plano al arquitecto municipal, José de Yarza Miñana, que propone la prolongación del Paseo de la Independencia hasta la plaza del Pilar.
Dicha propuesta marcará el futuro del sector porque, durante más de cien años, la prolongación del paseo y con ella, la demolición de toda la zona se fue barajando según el momento, unas veces se daba como segura, otras como probable y otras veces se desaconsejaba semejante obra. En cualquier caso, han existido desde ese momento un buen número de proyectos para la zona que, aunque nunca se han llevado a cabo, ha hecho del Tubo lo que hoy es.
Mientras estos proyectos se sucedían, el Tubo languidecía abandonado a su suerte, los edificios continuaban desmoronándose y la zona se veía cada vez más estrecha y más oscura. Para intentar dar vida a ese sector, los propietarios de los bares del sector propusieron la reconstrucción del arco Cinegio y la pavimentación de la zona, considerando que esas actuaciones devolverían al Tubo su identidad perdida.
El centro histórico de Zaragoza fue incoado en 1978 como Conjunto Histórico , pero eso no supuso ningún tipo de actuación que frenase la degradación de la zona . No sería hasta diez años más tarde, con la mirada puesta en 1992, cuando se diseñaron una serie de proyectos para mejorar el hábitat. Y finalmente sería la iniciativa privada quien cambiaría el aspecto de la entrada al Tubo con la construcción de Puerta Cinegia.
Y es la iniciativa privada la que ha llenado de animación el viejo Tubo. Bares y restaurantes atraen a multitud de zaragozanos y visitantes que alegran un sector que estuvo a punto de desaparecer bajo la piqueta y que, cual Ave Fenix, está renaciendo de sus cenizas.
–María Isabel Estébanez, historiadora del arte y coordinadora de Gozarte
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